11 jul 2011

FUERA DE ESCENA

“Es cierto  que la muerte se nos revela como pérdida,
Pero más bien como una pérdida que experimentan los que quedan”.
M. Heidegger.

AYALA PEDRAZA, Gabriel[1]. Fuera  de escena.  Bucaramanga: higuerilla ediciones. Primera edición colombiana de 2010. Premio becas de  creación IMCB. Convocatoria  2010

Solo el titulo, del volumen que nos ofrece en esta oportunidad el escritor santandereano  Gabriel Ayala, nos dice mucho. Fuera  de escena,  nos indica o bien que el autor estaba dentro de la escena, y la historia que nos ofrece, del pasado, la hace  desde el presente y  ya  no se encuentra en ese teatro revolucionario; o posiblemente está  viendo la escena que sucede en determinado periodo, y además contexto, de la historia desde  afuera, contando así, quizás,  la historia  de “millares de generaciones” que  desaparecen a la luz de la luna. Sin embargo,  no vale  la especulación, es  sencillamente la  historia hecha novela de la existencia rebelde  de la universidad  en la década de los 80´s.           En las  primeras líneas  del libro, el autor, nos empieza a hablar de la muerte,  del fin de la existencia  del ser –que como iremos viendo, es el fin de cualquier escena-,  pero  no se trata  de cualquier muerte, pues esta  muerte trae  consigo la reunión  de todos  los recuerdos del pasado: amigos, amantes, acciones,  en fin lugares  comunes. Las funerarias, como nos revela el poeta, muestran claramente lo que somos  en este  sistema  capitalista de producción: “simple mercancía”.  Por que  cuando crees que tienes el futuro asegurado llegan y te dicen,  “váyase tranquilito, lo próximo que le toca es morirse.” No eres  más que una COSA, un objeto que se puede utilizar para alcanzar  determinados fines y que  cuando ya no sirves al sistema no importan los años de estudio, ya estas fuera de la rueda.   

También, podemos ver  la inspiración femenina del autor a la hora de  construir la historia.  La bonita historia  de amor, que no vale la pena contar en esta reseña,  de una joven revolucionaria que  es capaz  de atraer, por  su belleza e inteligencia, al  hombre que, luego entonces empieza a hacer parte  de la escena. Pero, hasta aquí, se  nos ha  olvidado el inicio del libro. Este es, una llamada, pero que tiene de importante una llamada: pues que es sobre  información de la mujer a la que se amo y la cual  había desaparecido hace mucho tiempo de la vida  cotidiana del protagonista. Esta llamada, nos traslada  a una funeraria, en donde nos recuerdan que somos  simple mercancía. Pero el autor  no se conforma con ir a visitar a una muerta, hipócritamente como lo hacen muchos,  pues nos describe la configuración espacial, los ritos funerarios (de la época), y además nos habla  de una clave. Pero bien, que pasa  luego del sepulcro de una  persona, la monotonía  de la vida nos indica que mañana será otro día, como dice Camus “hoy murió mamá o quizás fue ayer. No lo sé.” Solamente se murió alguien, uno más, que quizás mañana o en una semana ya no recordemos.  No profundicemos, de la manera de olvidar que tiene la sociedad en que vivimos: “<>,  brindan cuando destapan cada botella” de aguardiente. Pero  ahora,  nos salimos  de la funeraria para irnos inmediatamente a los recuerdos del pasado que  se  ven mejor desde un  mirador en una colina. Entonces llega la re-presentación de los años ochenta, vista desde la vida  rebelde de los estudiantes en la universidad. 

El autor, primero nos enredo en el presente que le estaba sucediendo, para luego transportarnos al pasado, al inicio de este presente que estamos viviendo. Es decir, ve el pasado pero debido al presente que está aconteciendo.  

Pues bien, entonces aparece  “un estudiante de matemática”  viendo toda la vida en un numero. Diciéndonos además, que el amor nos hace perder, muchas veces, conciencia de  las cosas que pasan a nuestro lado. Pero no solo pasa esto en  la década de los ochenta, pues el autor, nos  revela  el discurso revolucionario de la época, siempre contra un sistema explotador, represivo y, fiel a la doctrina de la lucha de clases, siempre con el proletario, el explotado, el esclavo. “el poder político le pertenece al pueblo y esta instituido para beneficio del  pueblo. A la sazón nacen los demás protagonistas, pero siempre enmarcados en el contexto revolucionario de la época, ya fuese en contra o  a favor. Quienes estuvieran a favor, deberían  hacer  un pacto con la causa revolucionaria, y es aquí cuando, el novelista, nos ofrece diferentes pautas, métodos, reglas o acuerdos para la seguridad del movimiento estudiantil. Por lo tanto, el libro  del Ayala Pedraza, parece un folleto, (cartillita),  de recomendaciones para  la organización estudiantil, como movimiento serio y consecuente.   Nos deja claro, el autor, que en la revolución se deben tener pautas, de comportamiento y actuación  por parte de  quienes quieren organizarse, estas  no gustar a todos  pero son necesarias. 

Por otra parte, a la pregunta, tan necesaria, de ¿Qué es la revolución? El autor nos responde de  manera solidaria, ese término, “todo lo que esté  a favor de todos y no de unos pocos”.   Se nota también, en el transcurso de la obra, que la realidad social, politica y económica  del país no ha cambiado desde  los ochenta. Pues, el petróleo se sigue regalando, y la misma suerte corre el carbón, el gas y demás recursos naturales del territorio.         No puede, el autor, evitar la narración de uno  de los enfrentamientos de la policía contra  los estudiantes. En este enfrentamiento, se narran desde  las causas   que dieron  origen a la lucha en las calles, del centro de la ciudad,  como las consecuencias que dejo la oposición entre quienes quieren acabar con el estado y quienes quieren defender un estado tan viciado como el nuestro.  Nos enseña, además el autor,  que  la iglesia,  nacionalista, llena de moral difunde su sermón como instrumento de deslegitimación al movimiento estudiantil; no podemos olvidar tampoco el papel de los medios de  comunicación que desde el punto de vista más parcial piden el cierre de la universidad y “condenas  ejemplares  a los vándalos”, como vía para mantener el statu quo. Las institución para proteger este fin estarán al acecho de cualquier  ser que se salga de los parámetros establecidos por el orden. Así que la brutalidad policial, se ve, en cualquier periodo de la historia contemporánea. 

Es impresionante, la narración que tiene el autor acerca de los seguimientos por parte  de los agentes secretos de la  policía, que mas  que ser del pasado, parecen muy de nuestra realidad actual.  Entonces es necesario  estar atentos para “evitarnos la psicosis de la persecución” que nos perturba. El futuro, por otra parte,  se nos muestra pero no parece ser nuestro; parece ser una invención del sistema para que el presente sea más llevadero. El discurso histórico, que  nos ofrece el autor, involucra  los asesinatos  de los miles de integrantes de la unión patriótica, quienes  nos enseñaron que por la vía legal, la que se ha inventado la oligarquía, no se le puede entregar el poder al pueblo. De esta manera,  no nos deja olvidar, Ayala, de la historia oscura y triste por la que ha pasado nuestro país, gracias a la violencia que nuestros gobernantes iniciaron desde la independencia; liberales y conservadores. Por  lo tanto, una de las  soluciones que le  han quedado los millares de generaciones, consientes del problema, es “no solo dialogar, también se necesita disparar”,  o por lo menos eso es  a lo que nos invita  uno de los protagonistas  principales de la obra.                 

Ahora bien, como nos educan nuestros padres para  la vida es una  de las cosas que no pasa por alto el escritor. Yo  también fui “socialista”, dice el padre  de una de las protagonistas, pero esos  son puros sueños, “el mundo no está hecho para esas sociedades con las que ustedes sueñan”. De esta manera intentan derrumbar la rebeldía juvenil, el anhelo de emanciparse, el hecho de querer subvertir el orden social. Pero, “la transformación de la sociedad era una obligación, no una simple posibilidad.”  Muchos al querer cumplir  esta obligación quedaran fuera de escena, pero esto no será condición para que se les olvide tan pronto. Entonces, definitivamente fuera de escena quedamos todos al momento de morir, en el momento que dejamos de existir, pero no fuera de cualquier escena, sino de una muy singular.
Ahora, terminemos, la protagonista principal de la  obra, se  ve obligada a abandonar la ciudad, y con ella un enamorado y sus seres queridos. Esto sucede, rememorando un poco un capítulo de la historia de un grupo subversivo, con la perdida de la tula,  del comandante, que contenía nombres de los militantes en la ciudad. De esta manera, parece  acabarse una etapa de la historia del movimiento rebelde en la universidad. La protagonista se marcha, para las montañas, a llevar la lucha popular a otro nivel. El amor por una mujer, que alguna vez sintió el protagonista de la novela, era  lo que lo sostenía definitivamente en la revolución. Cuando ella decide marcharse, la historia da un giro impresionante, hasta  su aparición.                                

Volvemos, entonces,  al presente que está aconteciendo.  Dejamos de recordar, la lucha por un mundo mejor. Por lo tanto, empiezan los replanteamientos de lo que se hizo en la vida, en la existencia, “esa rayita que está entre la fecha de nacimiento y la de defunción.” Esos 4 segundos que nos demoramos en decir de 1980 a 2010.        
Por último, el libro no solo nos ofrece una historia de amor, con felicidad y tristeza (desilusión), sino que nos revela la historia de la cultura –económica, política y social- colombiana de un periodo rebelde y de personas que buscaron un mundo mejor, más igualitario y justo.  Nos cuenta, además, el autor parte de la historia de la violencia en Colombia, ese pedazo de historia que  tiene  sus huellas aun en el presente, y  no serán muy fácil de sanar.


FRANCISCO JAVIER MALDONADO MORENO
Historiador UIS


[1] Escritor, gestor cultural y docente, pero sobretodo gran amigo a quien le debo esta reseña, por sus enseñanzas no solo en la matemática, sino también en la historia.

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